viernes, 20 de marzo de 2015

Carmen Aristegui, Corazón de León

Guadalupe I Carrillo Torea





Carmen Aristegui está de nuevo en el ojo del huracán mediático. La noticia, con repercusión internacional, cuenta cada día con un capítulo nuevo y desafortunado. El lector estará al tanto de la controversia que se desató con la empresa MVS y que resumiré brevemente: El equipo de Aristegui divulgó que harían uso  del portal Mexicoleaks, de reciente creación, en el que se podrían consultar documentos de forma anónima. Se trataba de una vía de acceso a la información seguro y de amplio espectro informativo.

   La marca MVS argumenta que no se les había participado del uso de esta nueva fuente y que sentían que su empresa había sido utilizada como apoyo comercial por el equipo de Aristegui, sin ninguna autorización. Por absurdo que parezca, a partir de ese momento un vendaval de agresiones y descalificaciones se apoderó  de MVS y de sus directivos. El miércoles 11 de marzo, en los espacios publicitarios del programa de noticias, se leyeron desplegados en los que MVS se deslindaba no solo de la relación con Mexicoleaks, sino también de la iniciativa del grupo de noticias. Los spots se publicaron también en distintos periódicos nacionales; el tono airado de la empresa subía sus decibeles y llegaba incluso a contradecirse. Inicialmente señalaron que no formaban parte de Mexicoleaks, para después apuntalar que Mexicoleaks no era lo importante, que “el problema obedece y se limita a la disposición indebida de recursos, marcas y facultades de la empresa”[1].

    Había un enojo superlativo cuya raíz resultaba tan débil y tan insustancial que la misma Aristegui señaló que se trataba de un “conflicto artificial”. Sin embargo MVS avanzó a trote desbordado y el jueves 12 despidió a los periodistas Daniel Lizárraga e Irving Huerta, miembros de la unidad de investigación del equipo de la periodista; casualmente los dos que desarrollaron la investigación sobre la llamada Casa Blanca, propiedad millonaria de la esposa del Presidente Enrique Peña Nieto y que desató una oleada de críticas a nivel nacional e internacional hacia la pareja presidencial.

   Si la empresa contratante  echa a dos de los miembros más importante de tu equipo, cualquiera podría hacer una lectura clara de lo que se sugiere: un despido indirecto para la directora.

   Con la coherencia que la caracteriza, Aristegui defendió públicamente a sus compañeros y el viernes 13 cerró su programa expresando los mejores deseos para que hubiese una reconsideración por parte de la empresa y un regreso de los miembros del grupo. Sin embargo el domingo vino la estocada final: Aristegui y todo su equipo fue despedido de MVS. A pesar de que había un contrato de por medio firmado en diciembre y que los códigos de ética acordados por ambas partes resguardaban que los procedimientos contaran con un mínimo de consideración, esta desapareció y dejó al descubierto un campo de batalla en el que ha imperado el mal trato, el desdén e incluso la patanería.

    Aristegui presentó el día de ayer, jueves 20 de marzo, un comunicado en el que describe lo ocurrido, en el que manifiesta su desconcierto y sugiere la intervención de manos poderosas en todo este litigio. Se dirigió  a la familia Vargas, dueños de la empresa de comunicación, apelando a su cordura, a los años de armónica colaboración laboral y diciendo, con claridad meridiana, que desea volver, con todo su equipo, a las instalaciones de MVS.

   Una hora después, el representante del grupo Vargas leyó un comunicado en el que, categóricamente, le dice NO a la periodista. Sus argumentos esgrimen altivez de parte de Aristegui, se quejan de que ella les dio “ultimatums” y “condicionamientos” para su regreso y que como empresa no lo pueden tolerar. Pero van más allá, exhibiéndola como una mujer de ambiciones ilimitadas. Transcribo las palabras del comunicado: “Hace quince días se le autorizó –refiriéndose a Aristegui-  la compra del automóvil de lujo que le proporciona la empresa, con el doble del valor establecido en el contrato. Se renovaron las cortinillas para la difusión de su noticiero en el Canal 52 Mx y a la mayoría de la gente de su equipo se les incrementó el sueldo.”

   Que una empresa de esas dimensiones ventile la compra de “cortinillas”,  el aumento de sueldo de empleados –sin señalar a cuál porcentaje ascendía el aumento-, y la compra de un auto de lujo, es un acto de patanería que raya en la vulgaridad. Más aún cuando hemos vivido décadas escuchando la voz mesurada de una mujer valiente. Aristegui hurga en los meandros del mundo político, saca las hebras para descubrir lo que va más allá, lo que no se ve pero debe saberse y corregirse.

  En 2014 la Universidad de Guadalajara le dio la distinción “Corazón de León”, hoy el título es de una pertinencia absoluta. Solo un corazón de león logrará que el abatimiento pese menos que la esperanza. Ella lo logrará. Miguel Hernández, el poeta pastor, escribió desde los muros de su prisión: “No, no hay cárcel para el hombre/ no podrán atarme, no/ este mundo de cadenas/ me es pequeño y exterior/ ¿quién encierra una sonrisa?/ ¿quién amuralla una voz?”

   Carmen Aristegui, la nitidez de tu voz nunca será amurallada.





[1] Revista Proceso. 15 de marzo del 2015. N° 2002. Página 6.

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