viernes, 22 de noviembre de 2013

LA MIRADA ATENTA. LECTURAS A EROS Y LA DONCELLA


 
Guadalupe I Carrillo Torea
 

La estética de la recepción es, dentro de la gama de teorías literarias, una de las más importantes. Su reflexión parte de que una obra escrita  está  viva y   se dinamiza con el acto de la lectura Hans Robert Jauss, su principal teórico, hablaba de un “horizonte de expectativas” que posee el lector y que se fundirá con el de la obra a la que se enfrenta, de tal modo que la recepción genera un proceso de percepción que varía por el contenido de la obra y por el bagaje biográfico de quien la lee. Es una labor dialógica en la que lector y obra se comunican. La obra modifica la visión del mundo de quien la lee, a su vez, el lector nutre a la obra con sus percepciones.

   He sido espectadora privilegiada de la vitalidad que desborda  una obra de ficción cada vez que dicto las clases de la asignatura  Creación Literaria. Con los jóvenes estudiantes no solo hacemos trabajo de escritura, también de lecturas de todos los géneros: narrativa, teatro, poesía, ensayo. Cada semestre varío los títulos que estudiaremos. Con el lanzamiento de la novela de Mario Szichman Eros y la doncella por la editorial Verbum este 2013 y la llegada de sus ejemplares a México decidí incorporarla a nuestro estudio. Se trata de una obra extensa, con una galería de personajes ambiciosa y que, además, se construye a partir de ese gran hito en la historia como lo  fue la Revolución Francesa.

   La edad de mis estudiantes oscila entre los 19 y 25 años. Veintidós alumnos, la mayoría de ellos del tercer semestre, otros del noveno, de la licenciatura de Comunicación, y también dos alumnas de la licenciatura de letras. Era un gran reto la lectura, comprensión y análisis de una obra compleja en su estructura y rica en historia. Sin embargo, sabía que la prosa impecable de Szichman llevaría de la mano a los chicos por ese laberinto de eventos que se desarrollaron en aquella Revolución y que están plasmados en la novela.

   Progresivamente íbamos dando plazos para avanzar en la lectura y comentar sus páginas. En el lapso de dos meses discutimos cada parte, hablamos de sus personajes, de la presencia permanente del binomio de  Eros y  Tánatos. En ese juego dialógico que implica el estudio de un texto participó también la editora de la novela, Carmen Virginia Carrillo, que visitaba el país en esas semanas y que nos desveló uno de los grandes logros de la novela: El prólogo anticipa y compacta el contenido total de lo que después se desarrollará ampliamente. Esa anticipación es, al mismo tiempo, el mayor reto para su autor, esto es, cómo mantener la intensidad en los acontecimientos y el interés de unos lectores que ya conocen lo que ocurrirá en toda la novela. Los chicos miraban maravillados a Carmen Virginia que respondía a sus preguntas dando detalles puntuales de ese trabajo de orfebrería que supone la edición de una novela.

   El cierre de nuestro estudio se vería reflejado en el examen que finalmente tuvimos para reconocer el grado de comprensión de la novela y la capacidad dialógica entre lectores y obra. Hice cinco preguntas que abordaron distintos espectros de la novela: sus personajes, tomándolos en cuenta en su condición de las parejas a partir de la relación Eros y Tánatos que envuelve sus vidas. Las diferentes manifestaciones artísticas a través de las cuales se reflejan también los hechos narrados: La pintura, con la intervención de David; la escultura de la mano de Madame Tussaud y la narrativa con las reflexiones meta-escriturales de Louvet.

     Quise saber qué interpretación le daban a esta excéntrica pareja, Robespierre y la Doncella,  que permanentemente nos interpela en la ficción. Y por último su opinión personal. Qué les atrajo, que les conmovió, qué perturbó su imaginación. En definitiva, cómo fue ese proceso de la estética de la recepción.

   Las respuestas ilustran un mosaico rico en percepciones, muchas de ellas extraordinariamente inteligentes. Era la mirada atenta de un buen lector. La mayoría de ellos recordaba el detalle de que Danton se había sorprendido al ver las arrugas en la mejilla de su esposa muerta pues el personaje no  recordaba haberlas visto en vida de Gabrielle. Todos quedaron maravillados con las escenas en las que actuaba el gran mago y a la mayoría le perturbó hasta la intranquilidad los ríos de sangre que corrían en aquel París demencial ante la mirada impávida de un público ya habituado al espectáculo de la muerte. La interpretación que hacen de Robespierre y la Doncella la ejemplifico con el comentario que señaló  un alumno: “Se trataba de una diosa pidiendo sacrificios a su leal y devoto seguidor”.

    Los chicos habían superado los retos y lo confirmaron ampliamente en sus respuestas. El mayor atractivo además de la prosa fue el tono íntimo por el que Szichman nos lleva a reconocer y admirar en su total dimensión  aquella tragedia colectiva. Uno de ellos acota: “Literalmente te transporta al lugar de los hechos”. Otra más señala asertivamente: “Como novela histórica es claro que debe referirse a acontecimientos reales; pero en Eros y la Doncella lo importante no es “lo que pasó”, sino “cómo se cuenta” y es ahí donde está el logro literario de la novela”. La chica continúa: “La narrativa es atrayente y fluida y el trabajo del lenguaje, espléndido”.

   Luego dieron paso a las preferencias personales: “Al leer  Eros y la Doncella puedes hacerte tu propia historia y tus propios héroes, el mío es Francisco de Miranda”. En clase, ya la alumna me había expresado la atracción que había sentido por ese venezolano tan controvertido, preguntándome incluso si se podía considerar como uno de los  protagonistas, como bien lo advierte en su comentario.

   La obra los había envuelto en su ficción. Algunos incluso asumían de manera personal eventos, situaciones o comportamientos de los personajes a los que criticaban con pasión: “El pintor pintaba realmente lo que se le daba la gana; el más claro ejemplo fue con Mirabeau. El señor más feo descrito en la novela; y creo que me lo imaginé aún peor de lo que ya estaba. David lo arregló, le hizo su photo shop de la época, para transmitir ciertas cualidades que querían decir de la persona que probablemente sus facciones físicas no expresaban”.

   Hubo un real crecimiento en mis alumnos como críticos literarios, como lectores que comprenden, aprecian y disfrutan una obra de ficción de gran calidad. Así lo demuestra la agudeza de una de ellas al manifestar: “El mayor acierto es la exquisita descripción que hace del Eros en el momento en que parece reinar el Tánatos. Estos dos elementos hacen de la obra del escritor argentino un libro único”.  

   De nuevo la estética de la recepción se manifestó con acierto, nos enriqueció como lectores y le dio vida una y otra vez al texto a medida que las lecturas reconstruyeron ese extraordinario y contradictorio mundo que ficcionaliza Szichman en Eros y la Doncella.

 

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