martes, 13 de mayo de 2008

De burocracias y otros menesteres

Transmitir el conocimiento, leer, entender mejor el mundo, adentrarse a él sin miedos ancestarles...es lo que, quizás, muchos deseemos hacer a lo largo de nuestra vida. El azar, la buena suerte o como quiera llársele me permitieron encontrar un espacio en ese mundo de la Academia que tanto aprecio pero que cada día se contamina más de basura que no le corresponde, que perfila en ella una silueta distorsionada y gris.



Vales, sabes y ganas en la medida en que acumulas cartones que dicen de un curso, conferencia o taller que aparentemente llevaste a cabo. Más aún, estás presente laboralmente hablando si, y sólo si firmaste en la mañana, al mediodía, en el comienzo de la tarde y al finalizar la misma. No importa si firmaste, entraste a tu cubículo y te reclinaste a dormir una buena siesta, o si, lúdicamente, utilizaste tus horas frente a la pantalla de tu computadora viendo una película, chateando o navegando en la red. La productividad del académico que marca en definitiva su buen nivel, y en consecuencia, el de la Universidad pareciera estar en un octavo término.



El último oficio recibido nos indicaba con lujo de detalles cómo tendríamos que actuar en las quincenas...creo que el próximo oficio nos mostrará el diseño del nuevo uniforme...pobre academia, qué será de ti si nuestra burocracia no cambia.

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